miércoles, 26 de octubre de 2016

La ansiedad es su fiel compañera de viaje

Su adicción a la aprobación le sume en un estado de ansiedad perpetua. Constantemente está preocupado por los demás, por lo que piensan de usted, por lo que van a decir si hace esto o aquello, por agradar a todo el mundo (algo del todo imposible, es bueno que vaya haciéndose a la idea), por satisfacer a los demás, por no hacer cosas que puedan molestar u ofender a otra gente. ¡Es una locura!

¿Se da cuenta? Usted vive de prestado. Vive para los demás. Lo que usted pueda pensar o sentir no cuenta, sus opiniones no cuentan, sus gustos no cuentan, sus necesidades no cuentan, el daño que pueden hacerle no cuenta. ¡Sólo cuentan los demás!
Y mientras usted se desvive por la gente, el resto del mundo vive ajeno a usted. Cuando se acuerdan de usted es para utilizarle, para pedirle ese favor que saben que nadie más haría. De entre todas las personas que le rodean, muy pocas le aprecian sinceramente. La mayoría simplemente le utilizan. 

Esto quizá nos pasa a todos, pero la diferencia es que a la persona segura de sí misma no la utilizan, la engañan. En cambio, usted consiente ser utilizado. Los demás se dan cuenta de cuánto le importa a usted estar bien con ellos, perciben su vulnerabilidad y se aprovechan de ella. 

A la larga, su objetivo de agradar a los demás se vuelve en su contra. 
Las personas sanas no soportan su tendencia a humillarse y se alejan de uted. Ellos desean una relación de igual a igual, y usted les propone una relación descompensada. 





¿Se está sintiendo como un mártir en esta descripción? Pues no lo es. Usted es un ser humano como todos los demás que sólo tiene una asignatura pendiente: APRENDER A RESPETARSE A SÍ MISMO. 

Quisiera mostrarle dos citas que pueden servirle de ayuda.
La primera es de Oscar Wilde y dice: "No se por qué me odia tanto, yo nunca le hice ningún favor"
La otra es una expresión norteamericana que dice: "Nadie ama a un felpudo, lo pisa"

Quizá le resulte difícil aceptar que a veces hacer favores resulta contraproducente, y que ser excesivamente humilde nos asemeja más a la imagen del felpudo que a la de un ser humano, piénselo bien. 

Tómese su tiempo, y si en usted mismo no es capa de encontrar una significación a estas palabras, fíjese en otra persona que mantenga una filosofía de vida parecida a la suya y observe su conducta con los demás, y la de los demás con ella, y lo comprenderá. 

A veces, es más fácil hacer una apreciación crítica cuando no somos nosotros mismos el objeto a observar. 



Bienestar, autoestima y felicidad.
Raimon Gaja.




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